Tomás Luis de Victoria estudió en la Catedral de Ávila desde 1557 hasta 1567. Recibió sus primeras lecciones musicales del maestro de capilla Jerónimo Espinar desde 1557 hasta 1558, año en que este fallece, quedando vacante la plaza de maestro de capilla durante los ocho meses siguientes.
Tiempo en que el tiple Dueñas “enseñó canto de órgano y contrapunto” a los mozos de coro, a pesar de que el cabildo busca inmediatamente un nuevo maestro para sustituir al maestro Espinar. Pues en noviembre de 1558 ordena que el contralto Peñasola fuera a la Catedral de Sigüenza para ofrecer el cargo a Matías Chacón. Sin embargo, resultó que Chacón no estaba disponible. Así, el cabildo siguió el procedimiento habitual al ordenar que se publicaran edictos “proveyeron y mandaron se pongan edictos para la ración del maestro de capilla publicando vale 100000 maravedíes, y que se proveerá para el 15 de abril venidero”.
Pero, hasta el dos de junio del año siguiente no se nombró oficialmente sucesor del maestro Espinar, el clérigo Bernardino de Ribera “se votó y proveyeron que al dicho Ribera, se le de la ración entera”, pese a que estaba ausente, y no había asegurado que aceptaría el magisterio de capilla de la Catedral de Ávila.
Al día siguiente, el secretario del cabildo abulense recibió la orden de escribirle una carta de invitación “que se escriba a Ribera venga a recibir la provisión que le está hecha de la ración por maestro de capilla”, consiguiendo que el eminente maestro Bernardino de Ribera aceptara la oferta, pues pidió permiso para hacer su mudanza, a lo que el cabildo abulense accedió. Y, el día 12 de junio registran las actas capitulares “dieron licencia al maestro de capilla para que traiga su casa desde Toro”.
La influencia de Bernardino de Ribera sobre el joven Victoria fue más profunda, sólida, decisiva y prolongada, que la de sus otros maestros de capilla abulenses.
Una vez instalado en la casa que el cabildo había preparado para el maestro Ribera, éste comenzó su labor como maestro de capilla de la Catedral de Ávila, dirigiendo la polifonía, componiendo obras para ciertas fiestas del año y enseñando música a los niños entre los que se encontraba Tomás Luis de Victoria.
Sin embargo, algunos miembros capitulares protestaron afirmando “se habla de que (Bernardino de Ribera) padece defecto del título de su promoción a primera corona” y “que la dispensa que tiene no era suficiente”, exigiéndole que presentara al cabildo “antes de Pascua la verificación de la dispensa apostólica que dice que tiene para su título de corona”.
Así, el 17 de junio las negociaciones sobre el contrato de Ribera seguían en curso, a pesar de que el maestro continuaba cumpliendo fielmente con sus obligaciones diarias. Unos días después, el 28 de junio, Bernardino de Ribera presentó oficialmente al cabildo abulense su “recaudo de dispensa” siendo analizado y estudiado por los comisionados, que finalmente “dijeron que estaban resolutos en que el dicho maestro tenía y tiene los recaudos y títulos suficientes para tener lo que el cabildo le señaló cuando le recibió”. El cabildo resolvió por votación y ordenó “que se cumpla con Ribera lo que se le prometió”.
Las actas capitulares nos muestran el agradecimiento del cabildo ante el trabajo realizado por el maestro Bernardino de Ribera con los niños, pues le recompensó en varias ocasiones “se gratifica al maestro de capilla e niños el trabajo de la representación del auto del día del sacramento”, “se pide aumento para el maestro de capilla por el buen trabajo realizado con los niños”. Además de valorar y mostrar preocupación por la continuidad de sus clases con los niños, ya que en septiembre de 1560, le ordena que aumente sus clases “declararon que Ribera ha de dar tres lecciones de canto y música en cada día del año”, teniendo presente que en los meses de invierno, en un clima tan extremo como el de la ciudad abulense, le permite que cambie el horario para acabar antes y evitar resfriados a los cantores “los meses de noviembre, enero y febrero pueda comenzar la postrera lección y ejercicio, en acabando las vísperas sin esperar a completas”.
La influencia de Bernardino de Ribera sobre el joven Victoria fue más profunda, sólida, decisiva y prolongada, que la de sus otros maestros de capilla abulenses, pués Ribera era considerado “un hombre principal en su profesión”, siendo maestro de Victoria durante los cuatro años de su magisterio abulense, desde los 11 hasta los 14 años que cumplió Victoria en 1562, año en que nos encontramos con una capilla de música que era el mayor conjunto musical de la ciudad. Las actas capitulares de septiembre de dicho año, nos muestran los nombres de sus compañeros, que fueron los músicos y cantores de la capilla: el maestro Bernardino de Ribera; los contraltos: Peñalba y Bustamente; los contrabajos: Francisco Sánchez y Juan Ruiz; los tiples: Dueñas y Pedro Hernández; los tenores: Barrionuevo y Valdeolivas; el maestro de canto llano, Pedro Temiño y el organista Bernabé de Águila, con el que el pequeño Victoria empezó a estudiar órgano, ejerciendo sobre él una influencia muy decisiva, que ilustra las ventajas musicales del joven Victoria en Roma, siendo su primer oficio remunerado el de organista.
El maestro Ribera continúa perfeccionando la formación musical del joven Tomás Luis de Victoria, pero el 21 de octubre de 1562 registran las actas capitulares la concesión al maestro de una licencia por 12 días, a condición de “que no se quede a servir fuera de esta Santa Iglesia”. Sin embargo, el 18 de noviembre del mismo año, el maestro escribió una carta de despedida al cabildo abulense porque “se quedó de maestro de capilla en Toledo” con mejores condiciones de trabajo que en la Catedral abulense. De nuevo, la plaza de maestro de capilla de la Catedral de Ávila quedó vacante, y no se cubrirá oficialmente hasta febrero de 1564. Así, el joven Victoria durante un año y tres meses recibió su enseñanza musical del tiple Dueñas, que no tenía las cualidades necesarias para ser maestro de capilla, pero sí los conocimientos pedagógicos suficientes para dar clase de música.