Y bien, al fin llegó la hora: encerrada en mi estudio escucho el último registro -último a día de hoy- dedicado íntegramente a la música de Tomás Luis de Victoria.
Carles Magraner y la Capella de Ministrers reforzados por el coro de cámara L’Almodí conmemoran el IV Centenario de la muerte del abulense con un disco compacto que incluye música vocal e instrumental destinada a lustrar los ciclos de Adviento, Navidad y Epifanía. Titulada Canticum Nativitatis Domini, la grabación ha sido exquisitamente editada por el sello CDM en formato libro-disco. La portada, por ejemplo, de una belleza que las palabras no alcanzan, reproduce el ángel de La Anunciación que Francisco de Zurbarán pintó en 1560 y que en la actualidad está depositada en el museo de Arte de Filadelfia. En el interior, como en una galería de arte, se suceden una tras otra obras maestras del pintor nacido en Fuente de Cantos, óleos que, con su rara perfección rinden los altos honores que la música de Victoria merece. En lo que respecta al aparato documental, junto al facsímil de una carta manuscrita de Victoria se han incluido unos muy interesantes comentarios de Juan Carlos Asensio e Ignacio Deleyto. Lástima que la lectura de Magraner no esté a la altura; su versión resulta -por exceso de efectivos- de una sonoridad pastosa y falta de transparencia que impide al oyente disfrutar de esos sutiles juegos combinatorios que caracterizan el contrapunto insuperable de Victoria.
Pero no crean ustedes que esto es todo, no señor. Afortunadamente, la conmemoración de este IV Centenario ha situado a nuestro compositor en el centro de la actualidad discográfica propiciando una avalancha de ediciones a su favor. Es fácil concluir el porqué: la cultura también es víctima de las políticas de mercado, esas cuyo primer y único mandamiento es la rentabilidad. La parte positiva de estas contaminaciones consumistas radica en que Tomás Luis de Victoria se ha convertido en el compositor español más grabado de todos los tiempos y también en el más programado en los circuitos de concierto tanto nacionales como internacionales.
Afortunadamente, la conmemoración de este IV Centenario ha situado a nuestro compositor en el centro de la actualidad discográfica propiciando una avalancha de ediciones a su favor.
Así las cosas y ante tantas novedades, para este fin de semana he previsto -tal como les decía al comienzo de estas líneas- una larga y detenida sesión de escucha. Sobre el escritorio me esperan -amontonadas a modo de torre- un buen número de grabaciones protagonizadas por Victoria, todas ellas editadas en lo que va de año. En la base, los cuatro CD’s de la edición del Oficio de la Semana Santa grabados por la Escolanía del Escorial y la Capilla Escurialense dirigidos por Javier M. Carmena, una reconstrucción completa -incluye las secciones de canto llano- de la música que acompaña este luctuoso tiempo litúrgico. La edición que sigue la agrupación del Escorial es la de Samuel Rubio y las anotaciones corren a cargo del experto Alfonso de Vicente. Un piso más arriba he dispuesto un ejemplo de los que son los más esforzados e incondicionales valedores del legado musical de Victoria además de sus más altos intérpretes: los coros ingleses. En mi torre están representados por la excelencia musicológica y vocal de Harry Christophers y The Sixteen que exploran en su último trabajo -publicado en febrero- un repertorio que Victoria cuidó especialmente, el de advocación mariana, con un disco titulado Hail, Mother of the Reedemer (Salve, Madre del Redentor) con el que están recorriendo las viejas catedrales y abadías de Inglaterra -Durham, Winchester, York…- en una gira de conciertos que se alargará toda la temporada y que han bautizado como Choral Pilgrimage 2011. Siguiendo nuestro ascenso nos encontramos con dos nuevas versiones del Réquiem: la de Sergio Balestracci con La Stagione Armonica puesta en circulación en el mes de marzo y la del coro Tenebrae dirigido por Nigel Short editado en abril. Más arriba veo los dos últimos volúmenes -motetes e himnos- de los diez que integran el Proyecto Victoria que ha financiado la Fundación Caja Madrid y que como saben todos los aficionados ha capitaneado el musicólogo Michael Noone al frente del Ensemble Plus Ultra. Y ya llegados a la cima, señorea -en lo más alto de mi albarrana- el profeta Jeremías tal como Miguel Ángel lo imaginó. Ocupa -con esa terribilitá que también se aviene con las mejores obras de Victoria- en la portada del disco que los Tallis Scholars dedican a las Lamentaciones escritas por nuestro polifonista. Y la coherencia es perfecta porque una fuente documental referencial para esta obra impresionante es el manuscrito número 186 custodiado en el archivo de la Capilla Sixtina. Tengo que confesarles que esta grabación -publicada en realidad el año pasado- la he oído ya muchas, muchísimas veces: la calidad y equilibrio de sus voces, su tersa expresividad y el rigor filológico hacen que las aproximaciones a Victoria del coro que lidera Peter Philips sean imprescindibles para mí, de ahí su accesible y alta posición. Una curiosidad: este registro de los Tallis optó a los premios Grammy 2011 en su modalidad de Best Small Ensemble Perfomance. Por esas raras ironías del destino o quizá por la perversión del mismo, el sobrio y discreto Victoria voló sobre la alfombra roja del Staples Center de Los Ángeles al lado de Lady Gaga o Eminem como si de una estrella mediática se tratara. Me impresionó escuchar su nombre en una feria televisiva que sin duda vieron millones de personas en todo el mundo, apostaría que incluso aquellas que viven aquí, en Ávila, donde tan abandonado y pobremente vestido tienen al insigne maestro.