“Una colección de verdadera música sacra, para el uso y las necesidades del año litúrgico”
Palabras del obispo de Ratisbona, Valentin von Riedel, en referencia a las dos colecciones musicales reunidas por Karl Proske, siendo una de ellas la considerada como primera edición moderna de parte del corpus musical de Tomás Luis de Victoria que se publicó entre los años 1853-76 en Ratisbona (Alemania) de la mano de la editorial Pustet. La primera publicación se denominó Musica Divina y consiste en una recopilación de aquellas obras renacentistas consideradas de gran importancia por Karl Proske, el primer impulsor de la recuperación de este repertorio en el siglo XIX.
Karl Proske (1794-1861), fue un musicólogo y editor alemán. Destacó por su enorme esfuerzo en la defensa del catolicismo bávaro. Durante la segunda mitad del siglo XIX, realizó un excelente trabajo de recuperación y estudio del repertorio renacentista, reuniendo en dos volúmenes titulados Musica Divina (1853) y Selectus Novus Missarum (1856 y 1861) todas aquellas piezas que, por su estilo compositivo y estética musical, eran verdaderos ejemplos de fe católica.
Con este primer paso restaurador, los compositores renacentistas volvieron a ser interpretados de nuevo fuera de los límites de la Capilla Sixtina, lugar donde nunca se perdió esta tradición musical.
Tras la Musica Divina de Proske llegaría la Opera Omnia de Felipe Pedrell editada en Leipzig entre los años 1902-12 donde se reunió la obra completa del compositor abulense. Actualmente, se puede consultar la colección completa del compositor y etnomusicólogo catalán en el Archivo de la Catedral de Ávila.
Posteriormente, se publicarían ediciones más contemporáneas de la mano de Samuel Rubio en 1964 y de Higinio Anglés en los años 1965-68. Pero Karl Proske es la figura central de este breve artículo por lo que representa la labor que llevó a cabo con este primer estudio moderno de Victoria, ya que personalidades como Haberl o Witt siguieron su estela con la creación de instituciones que respondían al movimiento cecilianista centrado en la reforma musical litúrgica a partir del uso de los repertorios gregoriano y renacentista.
En los cuatro volúmenes que completan la Musica Divina se recogen múltiples piezas del compositor abulense, consideradas de gran valor artístico, como son los motetes, himnos, piezas dedicadas a los santos y piezas compuestas para ser interpretadas en las festividades propias del calendario anual.
La edición es de una estética muy cuidada y, aunque aparentemente sencilla, añade iconografía de gran belleza al comienzo de cada pieza. Y es que la editorial Pustet, aunque en sus comienzos se dedicó a obras de temática histórica y teología, se especializaría después de 1845, en libros litúrgicos adquiriendo reputación y reconocimiento internacionales. Sus publicaciones llegaron a ser las oficiales para la comunidad cristiana por consideración del Papa Pío IX e igualmente sería la principal fuente de expansión de los ideales artísticos del movimiento reformador de la música sacra creado en la ciudad bávara de Ratisbona.