Silencio. Del instante
lunar, la fuente brota.
¡Dios mío! Estamos muertos.
Gira el astro. Se borra
la eternidad herida,
las heridas palomas,
el cristal donde estalla
la luz que se desploma.
Todas las almas
llevan sangrando su corona.
Sin tiempo. Sin caminos.
Como un árbol sin hoja.
Como una primavera muda,
y errante y rota…