Tomás Luis de Victoria nació en Ávila, en 1548, concretamente en la céntrica calle Caballeros, detrás de la iglesia de San Juan, a sólo unos ciento sesenta metros al oeste de la Catedral y, muy cerca, a escasos cincuenta metros del Mercado Chico. Fue el séptimo hijo de Francisco Luis de Victoria y Francisca Suárez de la Concha.
Su infancia estuvo marcada por el día a día de su barrio: pregones públicos diarios, la junta del cadalso, el mercado semanal de los viernes, y especialmente la celebración de actos solemnes y conmemorativos en torno al templo catedralicio abulense, que creemos oportuno destacar, ya que marcarán su vida musical, pues fueron sus primeros contactos con la capilla catedralicia de música, como por ejemplo en los fastos musicales de la Semana Santa, el Corpus, la Navidad, a los que se añadían las fiestas catedralicias extraordinarias como las celebridades de Nuestra Señora, Santos de la ciudad y entradas de nuevos obispos o personajes civiles de importancia que daban lugar a toda una serie de celebraciones, en las que observamos, la vinculación de la catedral con la vida social y civil de la población abulense a través de su capilla de música y sus servicios fuera de ella.
Durante la infancia de Tomás Luis de Victoria, su tío el sacerdote Juan Luis, vivió con su familia. Éste le enseñó lectura y escritura durante esos años. Pero, la formación clásica del pequeño Victoria, se completó con sus estudios en el colegio jesuita de San Gil, fundado por la Compañía de Jesús en 1554, cuando Victoria contaba con seis años.
El compositor tenía tan sólo nueve años, cuando su padre murió, el 29 de agosto de 1557. A partir de entonces, su vida cambió. Su tío Juan Luis fue su tutor, puesto que su hermano mayor se ocupaba financieramente de su viuda madre con los frutos de una herencia del abuelo paterno. Estas circunstancias hicieron que el niño Victoria se responsabilizara de su propia vida desde la temprana edad de nueve años, intentando asegurarse el bienestar económico.
En este ambiente musical se formará el compositor abulense Tomás Luis de Victoria, que probablemente ingresó en la catedral de Ávila en el año 1557 o principios de 1558.
Teniendo en cuenta que las catedrales españolas desde la Edad Media hasta el siglo XIX fueron uno de los principales centros de enseñanza musical, y que en el primer tercio del siglo XVI se concluyó el edificio de la catedral abulense, quedando configurada su capilla de música como el mayor conjunto musical de la ciudad, que colaboraba constantemente con otras instituciones religiosas o civiles, ésta sufrirá durante siglos un continuo proceso de ampliación y desarrollo, bajo la dirección de ilustres figuras de prestigio. Basta recordar la figura de Cristobal de Morales a comienzos del siglo XVI, que contribuyó al más alto ambiente musical que caracterizó a la catedral abulense en esta época de esplendor, o la labor ejercida por nombres como Jerónimo Espinar, Bernardino de Ribera o Juan Navarro, que se convertirán en los protagonistas de los inicios de una importante vida musical del niño Victoria.
En este ambiente musical se formará el compositor abulense Tomás Luis de Victoria, que probablemente ingresó en la catedral de Ávila en el año 1557 o principios de 1558, con nueve o diez años, edad apropiada para la formación musical de un niño de su época, antes del tiempo “de muda” de la voz.
No hemos encontrado ningún documento en el que figure la fecha exacta de su ingreso en la catedral de Ávila, pero en el libro de fábrica de las cuentas del primer cuatrimestre del año 1557, hemos visto registrado que pagaron a los “seises mozos de coro cinco ducados”, y que en ese momento había una plaza vacante: “faltó uno de los mozos de coro”. Vacante que pensamos ocupó el niño Tomás Luis de Victoria en dicho año, ya que en el apunte del siguiente cuatrimestre consta que la fábrica pagó seis ducados, y no cinco como en el cuatrimestre anterior. Por tanto, las seis plazas ya estaban cubiertas: “pague por libramiento del cabildo a los seises mozos de coro seis ducados”. Así, podemos afirmar que los seises mozos de coro de la catedral abulense en 1557 cobraban una pequeña ayuda económica, equivalente hoy en día a unos 11 euros mensuales. Y teniendo presente la difícil situación económica de la familia Victoria, tras el fallecimiento del padre en dicho año, creemos que esta compensación económica, unido a la mística y religiosidad intensa que caracterizaba a la catedral de Ávila en el siglo XVI, fue muy atractivo para el niño Victoria, contribuyendo así a su supervivencia con tan sólo nueve años.
Sin embargo, podemos confirmar que Tomás Luis de Victoria fue seise mozo de coro de la catedral de Ávila, prueba de ello es el acta capitular de 9 de enero de 1577 donde consta que, su tío Juan Luis entregó al cabildo un libro de canto de órgano compuesto por su sobrino, recordándole que fue “criado en esta Santa Iglesia”. Y, aunque no hemos encontrado en los documentos catedralicios datos que demuestren que el niño Victoria residiera en la casa de la catedral que el cabildo había preparado para sus maestros de capilla, es seguro que fue educado musicalmente en el clima religioso bajo la atenta mirada de sus maestros de capilla Jerónimo Espinar, Bernardino de Ribera y Juan Navarro junto al resto de sus compañeros, que convivieron con él en su querida ciudad abulense, a los que siempre mostrará su agradecimiento a lo largo de los años.