Salve regina mater misericordiae
vita dulcedo et spes nostra salve.
Ad te clamamus, exsules filii Hevae.
Ad te suspiramus, gementes et flentes
in hac lacrimarum valle.
Eia ergo, Advocata nostra,
illos tuos misericordes oculos ad nos converte.
Et Jesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exilium ostende.
O clemens, o pia,
o dulcis Virgo Maria.
Salve Reina madre misericordiosa,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y despues de este destierro, muestranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa!
¡Oh dulce Virgen Maria!
[Fuente: Nancho Álvarez]