Los inicios romanos de Tomás Luis de Victoria tienen lugar en el Colegio Germánico. Este colegio, fundado por los jesuitas en 1552, se concibió como una de las instituciones para la formación de clérigos más importantes de la Iglesia Católica. Los primeros seminaristas eran alemanes, pero dadas las dificultades económicas, se admitió a estudiantes de pago. Estos estudiantes fueron llamados convittori y empezaron a llegar al colegio de toda Europa, muchos procedentes de familias nobles, la mayoría italianos, españoles e ingleses. Desde 1563 el Colegio Germánico se sitúa en el barrio del Corso, en el palacio Cesi-Mellini (Vitelli), del siglo XV.
Tomás Luis, vestido de negro como mandaban las constituciones del Colegio para los convittori, inicia sus estudios en el Germánico, donde permanecerá más de tres años completos, residiendo interno en él: desde mediados de 1565 hasta 1568 inclusive. Cuando llega al Colegio hay unos 20 estudiantes alemanes y unos 200 convittori de varias nacionalidades.
Para los estudios sacerdotales asistían al cercano Seminario Romano. Allí ejercía como maestro de capilla Palestrina. Con su dirección, el coro del Seminario alcanzó gran calidad.
En 1569 Victoria decide abandonar el nido del Germánico y dar sus primeros pasos por su cuenta. Busca un oficio remunerado, que además le obligaba a residir fuera del Colegio. La iglesia aragonesa de Santa María di Monserrato en Roma le ofrece el cargo de “cantor y sonador de órgano”. Aquí empieza a gestar la primera de sus publicaciones, que verá la luz en 1572. Es lógico si pensamos que ahora Victoria estaba libre del agobiante horario de clases, estudio y rezos del Colegio Germánico y tenía tiempo disponible para componer tranquilo.
Este año de 1571 los jesuitas llamaron a Tomás Luis, esta vez para que ocupase el cargo de profesor de canto llano de los alumnos del Colegio Germánico. Tenía por entonces 23 años, era un joven serio y responsable, bien conocido por los padres de la Compañía y excelente en el terreno musical, con un perfecto conocimiento de la disciplina que tenía que enseñar. Victoria volvió a residir en el Colegio, que había dejado dos años antes para establecerse por su cuenta como organista y cantor en Montserrato, con un sueldo de 15 julios al mes (un escudo y medio) y derecho a alojamiento y comida.
Paralelamente fue nombrado maestro de capilla del Seminario Romano cuando lo deja Palestrina en septiembre de 1571, quizá por recomendación del maestro italiano. En el Seminario Romano se celebraban funciones eclesiásticas y profanas; las cuatro congregaciones marianas que tenía el Seminario celebraban abundantes intervenciones musicales. También había canto en actos académicos y en las disputas escolásticas.
En resumen, Victoria en estos años tiene una gran variedad de actividades: da clases de música a los chicos en el Germánico desde 1571, cargo que compatibiliza con el de maestro de capilla en el Seminario desde 1572 hasta el 25 de junio de 1573 en que abandona el Seminario para quedarse únicamente en el Germánico per cantore, es decir, como maestro de capilla. Pudo seguir con el cargo del Seminario hasta octubre de 1573, en que se consumó la separación de los convittori y los alemanes, o hasta fecha indeterminada, nunca más tarde de 1575.
Gregorio XIII concedió al Colegio Germánico el palacio de San Apollinare el 9 de enero de 1574 como residencia permanente, y el 15 de abril de 1575 le adjuntó la iglesia anexa de San Apollinare, con la condición de que el Colegio debía mantener el culto en la iglesia. Victoria fue nombrado Maestro de Capilla de esta iglesia.
Su trabajo allí era muy intenso, con más 180 días al año de música solemne. Victoria cantaba con un coro de 20 miembros, formado por los mejores alumnos, para hacer sonar la polifonía. Había otros tres coros en el colegio que se usarían para cantar el canto llano o gregoriano solamente. También se ocupó del mantenimiento y afinación del órgano de la iglesia, que él mismo utilizaba frecuentemente. Hay testimonios de la época que hablan de que la iglesia de San Apollinare era una de las más frecuentadas de Roma porque se había convertido en un centro musical de primer orden.
El rector Lauretano había organizado la liturgia en la iglesia de tal manera que se evitase el aburrimiento y la música se usara para elevar las almas a Dios. Por ello, algunas fiestas se cantaban en canto llano y otras con música instrumental y con canto figurado para dar variedad. El rector luchó contra la música profana o contra el contrapunto demasiado complejo o meramente exhibicionista. En estas formas de piedad contrarreformista Lauretano estaba en perfecta comunión con los sentimientos e ideas de Victoria, cuya música y sentido religioso se adaptarán siempre a estos preceptos.
El repertorio que se cantaba en San Apollinare estaba formado por obras de los más insignes polifonistas de su tiempo. Hay referencias a obras de Palestrina y de Victoria que, evidentemente experimentaría la sonoridad de sus obras, antes incluso de que fueran publicadas. No olvidemos que Victoria está ahora en un momento de máxima creatividad y actividad musical incesante. Sin embargo, a fines de 1576, Victoria abandonaría su cargo de San Apollinare y decidiría, una vez más, dar un giro a su vida.
En 1575 se ordena sacerdote, tras recibir los preceptivos beneficios eclesiásticos. Ha cumplido uno de sus objetivos y a partir de ahora deseará retirarse a una vida menos ajetreada de la que llevaba como maestro de capilla en San Apollinare y tener más tiempo para componer y para sus tareas sacerdotales. Por un lado, la concesión de varios beneficios eclesiásticos radicados en distintos lugares de España le había solucionado de un plumazo cualquier preocupación económica. En ese aspecto ahora no necesitaba depender de un sueldo o de un trabajo fijo, y en cuanto pudo abandonó su trabajo asalariado como maestro de capilla para buscar más tranquilidad y tiempo que dedicarse a lo que más le gustaba: componer.
Victoria va a establecer contactos con una institución pionera y recién nacida, como ya había hecho en Ávila y Roma con la Compañía de Jesús. Esta institución, recien fundada será el Oratorio de San Felipe Neri. Animuccia y Soto de Langa eran preclaros oratorianos y grandes músicos. En el Oratorio, Soto era la máxima autoridad musical y gran amigo de Victoria.
Tenemos muy pocas noticias fidedignas acerca de la estancia de Victoria en el Oratorio. Del año 1577 no hay datos que nos digan si Victoria permanecía en el Germánico, aunque solamente fuera residiendo, o bien si ya vivía en San Girolamo della Caritá, como parece más probable. Sea como fuere, en 1578 el archivo de San Girolamo nos ofrece un dato esclarecedor: el 8 de julio de 1578 ingresa Tomás Luis de Victoria en San Girolamo como capellán. Esta capellanía podría dar a Tomás Luis unos ingresos a cambio de servicios sacerdotales, o simplemente darle derecho a alojamiento y residencia junto al resto de sacerdotes que allí vivían.
Los frutos musicales enseguida fueron evidentes; en los siete años aproximadamente que Victoria vivió en San Girolamo, publicó 6 colecciones, siendo éste su periodo más productivo, sin lugar a dudas, señal de que las condiciones de trabajo le eran favorables. Victoria nunca perteneció legalmente hablando a la congregación del Oratorio, en primer lugar porque según las Reglas, para ser oratoriano había que haber residido en el Oratorio al menos 10 años y Victoria estuvo solamente 7 años allí; y segundo, no compuso laudi ni música para el Oratorio, como Neri hubiese querido. En 1585 Victoria estaba de nuevo pensando en otra cosa: volver a España.
ANA SABE ANDREU